miércoles, 9 de enero de 2008

Trabajo de Navidad

Descubriendo a Fernando Guerra
fotografo de arquitectura
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1-. Biografía

Nacido en Lisboa en 1970, se licencia en Arquitectura veintitres años despuás en la misma ciudad. Tras acabar sus estudios universitarios se desplaza a Macau, donde trabajará cinco años como arquitecto. Actualmente se dedica por completo a lo que en un tiempo fue su afición: la fotografía. Tiene su taller y estudio en Lisboa en sociedad (FG+SG) con su hermano Sergio Guerra, responsable de la producción de los diversos trabajos de arquitectura y reportajes fotográficos que realiza Fernando Guerra. Ocupa una plaza como profesor el la Escuela Universitaria de Coimbra (ARCA-EUAC). Sus trabajos son editados regularmente en libros y revistas, a parte de haber expuesto en diversas colecciones particulares y haber participado en exposiciones y concursos.



- Primer premio Concurso de fotografía JA/Jornal dos Arquitectos (2003)



-Segundo premio en el Gran Premio Revista Constructiva (2004)







2-. Obra publicada:

El trabajo de fotógrafo de arquitectura no está tan valorado como podría ser el de un fotoperiodista, quizas debido a que el objeto tomado es perenne, quizas porque los "consumidores habituales" de tales imagenes son una parte muy específica de la población ávida de nuevos proyectos no sólo retratados en negativo sino en planos y esquemas. Pero el fotógrafo de arquitectura puede ser el Midas de los arquitectos: tiene el don de sacar a la luz los mejores puntos del proyecto y realzarlos o incluso replantearlos. Sin embargo, no gozan de la fama de los proyectistas, quedando en el anonimato la autoría de sus fotográfias habitualmente. Es por esto que no goza de una obra maestra como tal, ni de una opera prima conocida, exceptuando el caso de el Primer premio Concurso de fotografía JA/Jornal dos Arquitectos (2003). Sus servicios son requeridos por arquitectos portugueses (Alvaro Siza, Aires Mateus, Paulo David,...) y arquitectos internacionales, como Zaha Hadid. En referencia a las publicaciones que le contratan :http://www.ultimasreportagens.com/print/index.html







3-. Análisis fotográfico:



Este fotógrafo está marcado directamente por el tipo de edificaciones que realizan los arquitectos de la península ibérica: casas de hormigón o encaladas que al ser de color blanco contrastan de sobremanera con sus respectivas sombras. Se nota que Fernándo pasa toda una jornada fotografiando los edificios, buscando la luz más pertinente y los lugares con mejor perspectiva. Buscael papel de las personas en la arquitectura e inmortaliza imagenes con modelos espontaneos. Investigando y buscando fotos de este autor me he entusiasmado por lo bien que busca la iluminación, el punto de vista y pienso que ignorar el autor de las fotografías
es sin duda un error que he cometido.










imagenes tomadas de Arkinetia y de la página del autor.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Práctica 9_Ilustra un artículo 2

Ilustra un artículo II
¿Piensan los jóvenes?

Autor: Jaime Nubiola
Profesor de Filosofía
Universidad de Navarra

Fecha: 20 de noviembre de 2007

Publicado en: La Gaceta de los Negocios (Madrid)



La impresión prácticamente unánime de quienes convivimos a diario con jóvenes es que, en su mayor parte, han renunciado a pensar por su cuenta y riesgo. Por este motivo aspiro a que mis clases sean una invitación a pensar, aunque no siempre lo consiga. En este sentido, adopté hace algunos años como lema de mis cursos unas palabras de Ludwig Wittgenstein en el prólogo de sus Philosophical Investigations en las que afirmaba que "no querría con mi libro ahorrarles a otros el pensar, sino, si fuera posible, estimularles a tener pensamientos propios".

Con toda seguridad este es el permanente ideal de todos los que nos dedicamos a la enseñanza, al menos en los niveles superiores. Sin embargo, la experiencia habitual nos muestra que la mayor parte de los jóvenes no desea tener pensamientos propios, porque están persuadidos de que eso genera problemas. "Quien piensa se raya" -dicen en su jerga-, o al menos corre el peligro de rayarse y, por consiguiente, de distanciarse de los demás. Muchos recuerdan incluso que en las ocasiones en que se propusieron pensar experimentaron el sufrimiento o la soledad y están ahora escarmentados. No merece la pena pensar -vienen a decir- si requiere tanto esfuerzo, causa angustia y, a fin de cuentas, separa de los demás. Más vale vivir al día, divertirse lo que uno pueda y ya está.
En consonancia con esta actitud, el estilo de vida juvenil es notoriamente superficial y efímero; es enemigo de todo compromiso. Los jóvenes no quieren pensar porque el pensamiento -por ejemplo, sobre las graves injusticias que atraviesan nuestra cultura- exige siempre una respuesta personal, un compromiso que sólo en contadas ocasiones están dispuestos a asumir. No queda ya ni rastro de aquellos ingenuos ideales de la revolución sesentayochista de sus padres y de los mayores de cincuenta años. "Ni quiero una chaqueta para toda la vida -escribía una valiosa estudiante de Comunicación en su blog- ni quiero un mueble para toda la vida, ni nada para toda la vida. Ahora mismo decir toda la vida me parece decir demasiado. Si esto sólo me pasa a mí, el problema es mío. Pero si este es un sentimiento generalizado tenemos un nuevo problema en la sociedad que se refleja en cada una de nuestras acciones. No queremos compromiso con absolutamente nada. Consumimos relaciones de calada en calada, decimos "te quiero" demasiado rápido: la primera discusión y enseguida la relación ha terminado. Nos da miedo comprometernos, nos da miedo la responsabilidad de tener que cuidar a alguien de por vida, por no hablar de querer para toda la vida".

El temor al compromiso de toda una generación que se refugia en la superficialidad, me parece algo tremendamente peligroso. No puede menos que venir a la memoria el lúcido análisis de Hannah Arendt sobre el mal. En una carta de marzo de 1952 a su maestro Karl Jaspers escribía que "el mal radical tiene que ver de alguna manera con el hacer que los seres humanos sean superfluos en cuanto seres humanos". Esto sucede -explicaba Arendt- cuando queda eliminada toda espontaneidad, cuando los individuos concretos y su capacidad creativa de pensar resultan superfluos. Superficialidad y superfluidad -añado yo- vienen a ser en última instancia lo mismo: quienes desean vivir sólo superficialmente acaban llevando una vida del todo superflua, una vida que está de más y que, por eso mismo, resulta a la larga nociva, insatisfactoria e inhumana.

De hecho, puede decirse sin cargar para nada las tintas que la mayoría de los universitarios de hoy en día se consideran realmente superfluos tanto en el ámbito intelectual como en un nivel más personal. No piensan que su papel trascienda mucho más allá de lograr unos grados académicos para perpetuar quizás el estatus social de sus progenitores. No les interesa la política, ni leen los periódicos salvo las crónicas deportivas, los anuncios de espectáculos y algunos cotilleos. Pensar es peligroso, dicen, y se conforman con divertirse. Comprometerse es arriesgado y se conforman en lo afectivo con las relaciones líquidas de las que con tanto éxito ha escrito Zygmunt Bauman.
Resulta muy peligroso -para cada uno y para la sociedad en general- que la gente joven en su conjunto haya renunciado puerilmente a pensar. El que toda una generación no tenga apenas interés alguno en las cuestiones centrales del bien común, de la justicia, de la paz social, es muy alarmante. No pensar es realmente peligroso, porque al final son las modas y las corrientes de opinión difundidas por los medios de comunicación las que acaban moldeando el estilo de vida de toda una generación hasta sus menores entresijos. Sabemos bien que si la libertad no se ejerce día a día, el camino del pensamiento acaba siendo invadido por la selva, la sinrazón de los poderosos y las tendencias dominantes en boga.

Pero, ¿qué puede hacerse? Los profesores sabemos bien que no puede obligarse a nadie a pensar, que nada ni nadie puede sustituir esa íntima actividad del espíritu humano que tiene tanto de aventura personal. Lo que sí podemos hacer siempre es empeñarnos en dar ejemplo, en estimular a nuestros alumnos -como aspiraba Wittgenstein- a tener pensamientos propios. Podremos hacerlo a menudo a través de nuestra escucha paciente y, en algunos casos, invitándoles a escribir. No se trata de malgastar nuestra enseñanza lamentándonos de la situación de la juventud actual, sino que más bien hay que hacerse joven para llegar a comprenderles y poder establecer así un puente afectivo que les estimule a pensar.











Práctica 8_Retrato

Práctica 8_El que posa no es traidor

Detrás de un rostro se esconden cientos de emociones que no expresamos de palabra. Cuando llegamos a casa después de un examen que nos ha ido fatal y nos preguntan como nos ha ido, solemos responder con un “bueno…”, pero en seguida captan que no nos ha ido bien. Aunque existen los casos de mentidores compulsivos que ya han adoptado con normalidad decir mentiras a sus oyentes sin que por ello aparezcan signos de esta verdad ocultada. Es por ello importante que la actitud del que posa para una fotografía sea sincera y no oculte sus verdaderos sentimientos. Aunque para ello el fotógrafo tenga que asumir el papel de psicólogo improvisado.

Pese a que genéricamente hablamos del retrato como si se tratase invariablemente de la fotografía del rostro de una persona, su esencia va mucho más lejos. Un retrato implica la participación de muchos elementos y la perfecta armonía de todos ellos. Desde el equipo a emplear hasta la complicidad del modelo -profesional u ocasional-, debemos tener en cuenta que todos los detalles son esenciales y que el fallo de uno solo puede echar por tierra el resultado final. Y es que si hay una imagen que transmita un sentimiento, esa es un retrato.

Cuando realicé las fotografías he de decir que estaba un poco nervioso. Un carrete de 36 fotos no dan para resumir la personalidad de una persona pero sí para que se vea parte de ella. Mi hermana también algo inquieta, así lo primero que hicimos fue elegir un fondo sencillo con el que inmortalizarla. Tras cinco minutos de carcajadas, tres fotografías movidas y un cambio de vestuario, empezamos con las de semblante inexpresivo… “¿pero cómo es el gesto de inexpresividad?” preguntó después de varias muecas. “No lo se, intenta estar lo más relajada posible, y poner cara de que ves la tele… juas, juas, juas…” respondí jocosamente. Cinco minutos más y la cara inexpresiva seguía sin aparecer. Al final salió, y tras pulsar el disparador le salió una gran carcajada. “Ahora pon cara de apenada, piensa algo que te ponga triste, piensa que han atropellado al perro…” “Eso ni en broma, no digas eso”. Tras tomarle el pelo un poco más intentó recordar algo triste, pero cada vez que veía el objetivo se empezaba a reír, momento que aproveché para sacarle con verdadera risa y no con “cara de foto”.Por fin acabamos la sesión y el carrete. Parece mentira lo que te puedes llegar a reír con una cámara en veinte minutos.








Práctica 7_Reflejos

Práctica 7_Alicia a través del espejo


Mirando en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la definición de espejo es “Tabla de cristal azogado por la parte posterior, y también de acero u otro material bruñido, para que se reflejen en él los objetos que tenga delante”. Pero para nosotros significa algo más: significa levantarnos cada mañana y asustarnos con nuestras ojeras antes de entrar en la ducha, significa mirarnos calladamente durante minutos y minutos para asegurarnos de que hayamos ganado la batalla al remolino de pelo que tenemos cerca de la coronilla, significa reconocernos a nosotros mismos cuando nos arrepentimos de algo…

Todos estos significados no aparecen en el diccionario pero posiblemente los relacionemos más al concepto que tenemos del espejo y no como al pedazo de metal pulido a la perfección. Y sin embargo cuando miramos un reflejo en un espejo o en otra superficie reflectante miramos la realidad de un modo irreal, a través de un cristal que todo lo invierte, y que proporciona su propia visión del objeto reflejado. Tal vez nosotros también seamos en parte un espejo que modifica la realidad a nuestra manera y la desfiguremos sin darnos cuenta.
Haciendo estas fotografías me vino a la cabeza al artista Maurits Cornelis Escher, que hizo unas imágenes que invitan a reflexionar. Por ejemplo tiene un autorretrato en un espejo esférico (mano con esfera reflectante) que ejemplifica muy bien lo que significa que el reflejo modifique la realidad de lo reflejado hasta tal punto que se concentra en un punto lanza desde su interior esa visión del mundo. Planetoide doble, superficie rizada, tres mundos, manos dibujando, galería de grabados, todos estos dibujos y grabados muestran (a parte de la excelente imaginación de Escher y su curiosa representación pictórica) imágenes de reflejos que desconciertan porque muchas veces no se corresponden con la realidad o ironizan la concepción de realidad que tenemos. Para saber más de este autor http://es.wikipedia.org/wiki/Maurits_Cornelis_Escher
Otro artista que recordé mientras pulsaba el disparador es René Magritte, también un artista peculiar y cuya obra surrealista siempre me ha gustado. Reflejo imposible, representa un hombre frente a un espejo, e irónicamente, lo que se ve es nuevamente la espalda del hombre . ¿ Es realmente lo que vemos como es?

Por eso creo que la Real Academia de la Lengua debería añadir a los significados de la palabra espejo esta cualidad: Lente que refleja la realidad transformándola de manera particular.








lunes, 3 de diciembre de 2007

Practica 6_ Rincones de Pamplona

Practica 6_ Pamplona al detalle


Paso tras paso recorremos la ciudad sin darnos cuenta del suelo que pisamos, los parques que atravesamos, la gente con la que nos cruzamos. El consumo y la publicidad predican una vida más feliz si hacemos más cosas y consumimos más, si tenemos más. Coleccionamos infinidad de cachivaches que han perdido su sentido para nosotros pero que los conservamos por el simple hecho de sabernos poseedores. Vivimos esclavizados por un reloj déspota que nos domina desde que nos despertamos hasta que nos acostamos.

Sin embargo siguen existiendo lugares donde parece que el tiempo se ha detenido desde hace mucho, y conservan la calma de una vida rebelde a la tiranía del segundero. Mientras vamos de aquí para allá no reparamos en que estos son la ciudad, y los consideramos sólo elementos de referencia para llegar a nuestro objetivo : <<>>. Nadie se para a pensar la de momentos que ha podido vivir ese arbol que está frente a su ventana, ni la de personas a las que ha tenido que hospedar el banco que se encuentra en su parque favorito. Pero la gente pasa y ellos quedan como manifestación directa de que ha existido un pasado anterior a nosotros y por consiguiente, que existirá un futuro posterior a nosotros, cuando ya el mundo nos haya olvidado por completo. Entonces estos fragmentos de historia personal, para nosotros tan importantes, se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Nuestro yo se habrá perdido en la inmensidad de la historia, relegándonos sólo a un papel de masa informe, provocado por la lejanía en el tiempo del historiador pertinente, que nos otorgará los fallos y las virtudes de la mayoría. Nos inmortalizará en un tópico, tal y como nosotros evocamos ahora instantáneamente la imagen de un tipo de la Edad Media (caballero con armadura reluciente, lanza en ristre y montado en un impecable caballo) cuando esa concepción no se acercará para nada a la realidad actual, y mucho menos a nuestro caso en particular.

Dado que estamos destinados al olvido, parémonos a pensar al menos en los restos de aquel pasado escondido en los huecos más recónditos de las ciudades en las que vivimos, en el futuro que les espera a estos observadores mudos. Reflexionemos qué es realmente importante y qué se desvanecerá con más rapidez diluido en dos partes de agua y tres de tiempo.
Quién sabe si estos lugares todavía montarán guardia en sus puestos, tranquilos, silenciosos y serenos…