lunes, 3 de diciembre de 2007

Practica 6_ Rincones de Pamplona

Practica 6_ Pamplona al detalle


Paso tras paso recorremos la ciudad sin darnos cuenta del suelo que pisamos, los parques que atravesamos, la gente con la que nos cruzamos. El consumo y la publicidad predican una vida más feliz si hacemos más cosas y consumimos más, si tenemos más. Coleccionamos infinidad de cachivaches que han perdido su sentido para nosotros pero que los conservamos por el simple hecho de sabernos poseedores. Vivimos esclavizados por un reloj déspota que nos domina desde que nos despertamos hasta que nos acostamos.

Sin embargo siguen existiendo lugares donde parece que el tiempo se ha detenido desde hace mucho, y conservan la calma de una vida rebelde a la tiranía del segundero. Mientras vamos de aquí para allá no reparamos en que estos son la ciudad, y los consideramos sólo elementos de referencia para llegar a nuestro objetivo : <<>>. Nadie se para a pensar la de momentos que ha podido vivir ese arbol que está frente a su ventana, ni la de personas a las que ha tenido que hospedar el banco que se encuentra en su parque favorito. Pero la gente pasa y ellos quedan como manifestación directa de que ha existido un pasado anterior a nosotros y por consiguiente, que existirá un futuro posterior a nosotros, cuando ya el mundo nos haya olvidado por completo. Entonces estos fragmentos de historia personal, para nosotros tan importantes, se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Nuestro yo se habrá perdido en la inmensidad de la historia, relegándonos sólo a un papel de masa informe, provocado por la lejanía en el tiempo del historiador pertinente, que nos otorgará los fallos y las virtudes de la mayoría. Nos inmortalizará en un tópico, tal y como nosotros evocamos ahora instantáneamente la imagen de un tipo de la Edad Media (caballero con armadura reluciente, lanza en ristre y montado en un impecable caballo) cuando esa concepción no se acercará para nada a la realidad actual, y mucho menos a nuestro caso en particular.

Dado que estamos destinados al olvido, parémonos a pensar al menos en los restos de aquel pasado escondido en los huecos más recónditos de las ciudades en las que vivimos, en el futuro que les espera a estos observadores mudos. Reflexionemos qué es realmente importante y qué se desvanecerá con más rapidez diluido en dos partes de agua y tres de tiempo.
Quién sabe si estos lugares todavía montarán guardia en sus puestos, tranquilos, silenciosos y serenos…










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