miércoles, 10 de octubre de 2007

Práctica 2_Retrato de un juguete

La revolución de los juguetes



La lluvia cae golpeando fuertemente el cristal. Las aceras se llenan de charcos donde los niños que acaban de salir de la escuela saltan, salpicándose unos a otros. El devenir de gente con paraguas hace intransitable la calle. Un muchacho en zapatillas destaca sobre la multitud debido a su indumentaria color rojo. Calado hasta los huesos, mantiene la cabeza agachada preocupándose en no ser golpeado por una de las numerosas varillas metálicas.


La lluvia racheada golpea con más intensidad y los paraguas se contonean bajo el agua hasta que al unísono sus propietarios los dirigen contra el viento. Algunos de ellos se han vuelto del revés y muestran sus retorcidas entrañas en gesto de rendición.

El chico aumenta la marcha y consigue llegar hasta un portal cercano, saca una s llaves y gira la cerradura. Una vez dentro espera pacientemente a que el ascensor llegue al piso en el que se encuentra. Tras marcar el piso y ascender unos metros, accede a un descansillo enmoquetado que dirige hacia un corredor de varias puertas. Alcanza la última y entra.

En la habitación todo estaba a oscuras. Un interruptor se acciona. La luz brota de una lámpara cercana. Y, para sorpresa del chico, un intruso se ha colado en la ordenada escena. Respiración entrecortada. Segundos silenciosos. Alguien debía haberle gastado una broma pesada. Un viejo juguete le observaba desde lo alto del armario de la entrada. Lo reconoció, era uno de esos peluches que estimó tanto durante su infancia. Posaba con majestuosidad aunque con aire de resignado desde su improvisado trono. El muchacho no le dio más importancia y atravesó la estancia. Oscuridad en la siguiente sala. Una luz que se enciende. Sorpresa. Cochecitos de carreras en pose de derrape sobre las dunas de la alfombra. Siguiente sala. Más alboroto, esta vez futbolístico. Cinco minutos después había revisado todas las habitaciones con un idéntico resultado: los juguetes habían tomado la casa en ausencia de su dueño.

Se sienta en el sofá y reflexiona. ¿A qué se debe todo esto? ¿Es que los juguetes han invadido la casa para reivindicar su lugar en ella? ¿Puede ser que les haya olvidado como parte de su vida y se esten dedicando a recordárselo? ¿Es una queja por su reclusión en viejos armarios?. Sonido en la entrada. Llaves que giran cerraduras. Puertas que se abren para dar paso a su hermana y a la pequeña sombra que proyecta su sobrino de cinco años…






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